Study indicates that one in five Uruguayans is antisemitic – in Spanish

La indignación que generó la noticia, sumada a las declaraciones de
algunos gobernantes, disparó una ola de antisemitismo en Uruguay. Al menos así
lo percibieron muchos judíos. El asunto se coló en la campaña electoral. Los
candidatos participaron en conferencias y tomaron postura. 

 

En ese momento, el judío Alain Mizrahi, director del grupo Radar, estaba
en plena zafra de encuestas para conocer las preferencias de la población respecto
a los candidatos. Entonces aprovechó que ya tenía una muestra nacional y
representativa e incluyó una pregunta para cuantificar la discriminación.
Quería confirmar que la percepción del crecimiento del odio a los judíos tenía
un correlato en la realidad. Además, había hecho la misma pregunta en febrero
de 2014, por lo que podría comparar ambos momentos.

 

Mizrahi se encontró con que la minoridad judía es la más discriminada de
un grupo de colectivos entre los que están los chinos, los peruanos, los negros,
los armenios y los españoles. En febrero, un 8% confesó que le “molestaría
mucho” tener a un judío en su familia y un 11% respondió que le
“molestaría algo”. En la colectividad lo interpretan así: casi uno de
cada cinco uruguayos es antisemita. Para sorpresa de Mizrahi y de otros, la
judeofobia no creció tras el ataque en Gaza, sino que se mantuvo en términos
generales.

 

El estudio se propuso conocer algunos datos del perfil del antisemita
uruguayo. Pese a la percepción generalizada, reveló que la judeofobia no se
concentra en votantes del Frente Amplio, sino en votantes de los partidos
tradicionales. Con un matiz: los frenteamplistas sienten mucho más rechazo
hacia los judíos que hacia las otras minorías mencionadas.

 

Del trabajo de Radar también surge que hay más rechazo a los judíos
entre los mayores de 65 años, y que los jóvenes discriminan menos a todas las
minorías (ver más datos en la página siguiente).

 

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Los
datos fueron un hallazgo para Carlos Kierszenbaum, cirujano pediátrico y
director adjunto de la organización judía Bnai Brith. Hasta entonces,
Kierszenbaum no había conocido ningún estudio cuantitativo sobre el
antisemitismo. Pero eran “solo números” y él quería ir más allá:
“Saber quiénes son, qué les gusta, qué opinan de política”. Le dieron
ganas de “conocer la cara de los antisemitas”.

 

Como
organización internacional, la Bnai Brith tiene entre sus objetivos
“mejorar la realidad del país” en el que se ha elegido vivir.
“Para eso debo saber por qué motivo no nos quiere la gente que no nos
quiere”, argumentó Kierszenbaum.

 

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La
mejor herramienta que encontró fueron las redes sociales. “Las redes son
una radiografía de la sociedad porque la gente se expresa libremente”,
consideró. Estudió las características de Twitter y Facebook y optó por la
segunda porque es “mucho más poderosa”, “más democrática” y
otorga “mayor posibilidad de intercambio”. Además, en Facebook hay menos
cuentas con nombres falsos.

 

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Su
metodología consistió en tomar notas de distintos medios digitales referidas a
cualquier asunto que tuviera que ver con Israel o el judaísmo. Luego buscó en
Facebook los comentarios de esas notas. No incluyó las “críticas correctas
y educadas hacia el gobierno de Israel”. Se concentró solamente en el
antisemitismo.

 

Simplemente
asusta.

Durante
febrero y marzo Kierszenbaum buceó en los comentarios y datos visibles de los
antisemitas uruguayos. Y lo que se encontró “simplemente asusta”.
“Asusta porque es impresionante el nivel de ignorancia y de confusión de
temas. Lo que perdura es el odio a los judíos”, valoró. Ese odio se vuelca
“con total impunidad”, tanto de parte del que escribe como del que
expresa su respaldo al comentario dándole “me gusta”. Además, muchos
parecen haber olvidado la noticia de la que están opinando.

 

Kierszenbaum
almacenó la información de decenas de antisemitas uruguayos. Tiene capturas de
pantalla de sus muros de Facebook, de sus posteos y de los grupos a los que
dicen adherir. Lo hizo con absoluta tranquilidad porque se asesoró con un
abogado que le aseguró que lo que se pone en Facebook es “totalmente
público”. “Es como gritarlo en medio del estadio”, simplificó.

 

Todo
ese material —con los nombres y los rostros a la vista— forma parte de una
presentación que ha hecho ante autoridades y otros grupos de la Bnai Brith.

 

Buena
parte de los comentarios aluden al “poder oculto” de los judíos que
aspiran a “dominar el mundo” a través del control de los medios
económicos. “Son argumentos del antisemitismo moderno”, apuntó
Kierszenbaum. Algunos de los que revelan su judeofobia están vinculados a la
Policía o a las Fuerzas Armadas.

 

Ante
una noticia sobre un niño palestino que sobrevivió al ataque en Gaza y juró
venganza, un hombre escribió: “A los judíos hay que hacerlos jabón”.
Recibió 10 “me gusta”, pero también algunos comentarios críticos, por
lo que luego subió el tono: “Judíos asesinos de mierda (…) Ya de paso
pueden ir al comité israelí a mamársela a los jabones”. El autor es un
joven oriundo de Canelones y fanático del rock.

 

“La verdad gurí vamo a matar a los
judíos del orto, yo te acompaño”, escribió otro hombre joven, que tiene
como foto de perfil un escudo del club Progreso. Entre los antisemitas hay
muchos futboleros, sobre todo de Peñarol y Nacional.

 

Otro
que opinó sobre la misma nota se refirió a los judíos como “sionistas
genocidas”. A diferencia de los demás, este es estudiante avanzado de
abogacía y en su foto de portada figura dando una charla en una actividad de la
Universidad de la República. “Hay que darles plomo ya que la justicia
internacional mira para el costado”, dijo entre otras cosas.

 

Kierszenbaum
se detuvo en este comentario. “Judíos y sionistas, ¿son lo mismo?”,
se preguntó. La respuesta es no. “Sionismo es el anhelo del pueblo judío
de vivir en Israel”, sintetizó. Aclaró que no todos los judíos son
sionistas ni apoyan las políticas del gobierno de Israel. Para él, “el
antisemitismo tiene un fuerte componente de desconocimiento”.

 

Cuatro
tipos.

Suele
decirse que hay cuatro tipos de antisemitismo que se clasifican por colores. El
amarillo es el que proviene de la Iglesia Católica. Este es el “más
visceral”, según Kierszenbaum. “Es el que transmite de generación en
generación que los judíos somos los que matamos al hijo de Dios”. El
segundo es el del islam; se lo clasifica como antisemitismo verde. El tercer
tipo es el vinculado a los nazis y a los grupos de la derecha política, y se lo
identifica con el color marrón. El último, de color rojo, es el antisemitismo
de la izquierda. “Es el que asocia lo que haga el Estado de Israel con las
comunidades judías”, explicó.

 

En
Uruguay hoy no hay antisemitismo organizado, pero sí antisemitas desperdigados.
Tampoco se ha constatado presencia de islámicos antijudíos.

 

Mizrahi,
de grupo Radar, afirmó a El País que si bien su investigación no arrojó un
aumento cuantitativo de la judeofobia, sí reveló la fuerza de un tipo de
antisemitismo: el de los “intelectuales de izquierda” que se dicen
contrarios a Israel pero, en realidad, “disfrazan su judeofobia de
antisionismo”. “Es la nueva forma de la judeofobia del siglo XXI, muy
común en Europa, que ahora está llegando a Uruguay”, agregó. Mizrahi
considera que las declaraciones de algunos gobernantes uruguayos tras el
conflicto de 2014 alimentaron ese perfil. Se basa en otra pregunta realizada en
octubre en la que indagó quién aparecía como principal culpable de la guerra.
El porcentaje de los que señalaron a Israel por sobre Palestina aumentó
respecto a los datos de febrero.

 

Por
otra parte, Mizrahi sostiene que lo que la investigación de Kierszenbaum pone
de manifiesto es que ya no es “políticamente incorrecto” agraviar a
los judíos. Para él, el conflicto en Gaza lo volvió algo “tolerable”
y ahora se dice sin tapujos, “con nombre y apellido”.

 

A
la Justicia.

En
el avión de la compañía Germanwings, que se estrelló contra los Alpes a fines
de marzo, había 150 personas que fallecieron en su totalidad. De esas, 42 eran
de origen catalán.

 

La
tragedia despertó cientos de comentarios burlones de españoles en Twitter.
“Vale, lo voy a decir yo, pero media España está pensando que ojalá los 45
apellidos españoles sean de catalanes, vascos y panchitos”, escribió uno.
“A ver, a ver, no hagamos un drama, que en el avión iban catalanes, no personas”,
se despachó otro.

 

La
asociación de abogados independientes Drets recibió 1.800 denuncias de
internautas por esos comentarios. Analizaron las capturas de pantalla aportadas
y seleccionaron solo aquellos tuits “que atentan contra el conjunto de catalanes
y que, por tanto, incurren en un delito tipificado en el artículo 510 del
Código Penal, ya que atizan el odio, la discriminación y la violencia contra un
colectivo por razón de su origen”, dijeron en un comunicado.

 

Denunciaron
penalmente a 38 personas, pero solo uno fue procesado con prisión porque tenía
antecedentes de otros comportamientos discriminatorios.

 

María
Luisa Tosi, docente titular de Informática Jurídica en la Facultad de Derecho
de Udelar, explicó a El País que lo que ocurrió en España podría replicarse en
Uruguay. “Debe haber un millón de disparates en Twitter a los que nadie
les da bolilla hasta que a alguien se le ocurra que hay una violación de una
norma jurídica. El tema es que ese alguien lo lleve adecuadamente a la Justicia
y lo pruebe”.

 

Tosi
señaló que si bien no hay una ley específica sobre delitos informáticos, en
principio no es necesaria ya que “todo lo del mundo virtual proviene del
mundo real”. La clave es que los jueces y los fiscales estén “lo
suficientemente dispuestos a aceptar la tecnología”.

 

Los
comentarios antisemitas registrados por Kierszenbaum podrían constituir un
delito si alguien los denunciara. En el artículo 149 bis del Código Penal dice:
“El que públicamente o mediante cualquier medio apto para su difusión pública,
incitare al odio, al desprecio, o a cualquier forma de violencia moral o física
contra una o más personas en razón del color de su piel, su raza, religión u
origen nacional o étnico, será castigado con tres a dieciocho meses de
prisión”.

 

Por
ahora, en la Bnai Brith no planean denunciar a nadie, pero sí tienen claro que
les queda una ardua tarea de “acercamiento y educación” por delante.

 

Insultos
e ignorancia en Facebook.
 

“Y a los isreaelies les enseñan desde
chiquitos que son odiados por el mundo por ser judios! Nadie odia a un judio
por ser judio ni a un cristiano por ser cristiano como mucho habemos quienes
odiamos a los sionistas por tratarnos como ganado y utilizar la corrupcion para
adueñarse de el poder economico a nivel mundial”.

 

“Sionistas genocidas y donde esta la
corte penal internacional para juzgar a estos genocidas a es cierto me olvide
no son genocidas porque tienen poder económico ratas inmundas tendrían que
estar en prisión por crímenes de lesa humanidad”.

 

“A los judíos hay que matarlos a
todos”.

 

“A los judíos hay que hacerlos
jabón(…) Justamente comento esto para que los pelotudos como ustedes comenten
estos disparates y demuestren lo basura que son… JUDÍOS ASESINOS DE MIERDA!!!
(…) Ya de paso pueden ir al comité israelita a mamarsela a los jabones”.

 

“Judíos Asesinos Genocidas Invasores.
Palestina Libre!!”

 

“El holocuento no lo cree nadie
actualmente. El holocuento ya fue, ni los niños creen esa pavada. No habían ni
3 millones de judíos en toda Europa en esa época, dejen de mentir e insultar la
inteligencia de la gente (…) Yo a vos te voy a reportar por terrorista y
apoyar el genocidio palestino. Lo que hicieron ustedes en Gaza es espantoso,
eso sí que es un holocausto. Asesinos, terroristas”.

 

“Al final el tío Adolfo tenía
razón”.

 

“Estos judíos de mierda se creen que
la plata lo compra todo, marche un musulman con bombas para aquel cretino con
kipa de la mesa 1”.

 

“Judíos de mierda! Son la escoria y se
hacen los ofendidos”.

 

“(…) Si terminan con un puñado de
judíos no me quita el sueño, cada quien recoge lo que siembra. Hace años q se
hacen las víctimas y estan matando niños y mujeres como si fueran
descartables”.

 

Nivel
de rechazo es “aceptable” en Uruguay.
 

Los
niveles de judeofobia encontrados por Radar son “aceptables” en
comparación con el resto del mundo, aunque no hay datos confiables que permitan
un análisis comparativo riguroso. De todas formas, en la Bnai Brith impactaron.
Más todavía cuando se enfrentaron a los rostros antisemitas que les mostró
Carlos Kierszenbaum. Entonces la reacción fue de “sorpresa”, contó
Kierszenbaum a El País. “Es duro, muy duro, ponerles cara a las
estadísticas”, afirmó. Hasta ahora a nadie le ha surgido el impulso de
denunciar a esas personas en la Justicia. “No es mi intención meter a
nadie preso. Acá hay gente, vidas, familias. Creo que el desafío es la
educación: enseñar a la gente que no se puede generalizar, que no todos los
judíos pensamos las mismas cosas ni somos iguales”, dijo. En la
colectividad hay quienes quisieran que las voces antisemitas en Facebook se
callaran, pero otros, como Kierszenbaum, prefieren oírlas. “Si no, vivís
en una mentira”. Él sostiene que los judíos tienen el “desafío”
de “acercarse” a la sociedad y conseguir más socios para combatir la
judeofobia.

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